Presentación de PSUNE (versión española)

El PSUNE (Partido Socialista Unitario Nacional Europeo), movimiento fundado en mayo de 2006, ha nacido de la idea que la Unión Europa debía ser más que un gran mercado con instituciones poco democráticas, resultantes de sucesivos tratados entre Estados soberanos; sino que debía convertirse en la punta de lanza del surgimiento de una gran Nación Europea, que hoy contaría con ochocientos millones de habitantes, es decir, que reuniría a los países del continente que están todos unidos por un origen y una cultura común en su conjunto, en lo que es la especificidad única de Europa. El sueño europeo no es, por otra parte, tan reciente como podría creerse, puesto que se remontaría al siglo XIX y ha formado parte, especialmente, de las ideas de la izquierda francesa de aquella época, encarnada en el conde de Saint-Simon o en Victor Hugo en Francia, en Giuseppe Mazzini en Italia y en tantos otros. No obstante y en resumidas cuentas, desde hace dos siglos, la unificación política del continente ha avanzado poco y ha hecho falta la ruina causada por dos guerras civiles europeas, que marcaron la primera mitad del siglo XX, para que la idea defendida por Aristide Briand, bajo el impulso de Jean Monett y sobre todo de Robert Schuman, vuelva a estar sobre el tapete.

Pero la Unión Europea actual es demasiado compleja a los ojos de los ciudadanos para suscitar un impulso movilizador, como lo indican, desgraciadamente, los porcentajes de participación en las elecciones europeas. La UE carece de toda transparencia democrática y tiene, incluso, la fastidiosa manía de ir a contrapié de las expectativas populares. Así, dado que la opinión pública se mostraría, en general, hostil a la integración futura de Turquía en la Unión Europea, la Unión Europea ha comenzado dicho proceso. Por otra parte, los Estados miembros siguen siendo rabiosamente soberanistas, contrariamente a lo que se imaginan los extremistas de todos los lados; y conceden, todo lo más, ligeros avances a un ritmo desesperante.

El debate sobre la “constitución” europea ha ilustrado al máximo nivel los bloqueos del sistema, que no son debidos al voto negativo de franceses y neerlandeses, que han sido una consecuencia y no una causa. En ningún momento, la noción de pueblo europeo en singular ha aparecido, incluso, ni por intermediación de sus representantes naturales que habrían tenido que ser los parlamentarios europeos. Una “convención” de gentes supuestamente representativas, elegidas con una total opacidad y que ha sido preferida a un proceso más democrático. En efecto, de la misma manera que la Unión Europea se niega a proponer referéndum europeos, simplemente, porque eso sería considerado inaceptable por los Estados, también ha rechazado la elección, por los electores de la Unión Europea, de una asamblea constituyente, que solo tendría la legitimidad para proponer una constitución. El texto propuesto y rechazado no es y no ha sido nunca, en realidad, una constitución europea, sino un nuevo tratado; y esta confusión semántica conscientemente orquestada ilustra, ahí también, el distanciamiento entre los tecnócratas y el pueblo. Puesto que no es posible construir las instituciones políticas sin o contra el pueblo; y el inquietante aumento de los votos soberanistas y nacionalistas en Europa es la consecuencia natural y desgraciada de este distanciamiento. Les es fácil a los demagogos echar a la Unión Europea a los pies de los caballos, acusándola de ser responsable de las disfunciones y problemas de los Estados, cuando ella no tiene realmente el poder que ellos le atribuyen.

Le PSUNE se inscribe en una andadura revolucionaria en este ámbito, puesto que propone una verdadera alternativa a la lógica política en curso en Europa, que no descansa sobre la destrucción de las instituciones europeas, sino en su sublimación.
Ello permitirá no renunciar a los logros indiscutibles de la Unión Europea y conservar sus estimables símbolos, pero al mismo tiempo, suscitar un gran impulso popular a favor de una venerable institución que padece. La Europa que deseamos es en primer lugar europea, desde Islandia hasta Rusia, pero sin Turquía. Descansa sobre la triple herencia cultural europea (indoeuropea, grecorromana y “bárbara”) La deseamos lo más democrática y transparente posible; fundada sobre la búsqueda, lo más frecuentemente posible, del asentimiento popular, por medio del referéndum y de diversas elecciones europeas.

En definitiva, nosotros deseamos una Europa socialista en el sentido positivo de este término, y que conviene precisar. El socialismo es, ante todo, la preocupación por el interés general de la sociedad, que prima sobre los intereses particulares, cuando estos van en sentido opuesto. El término nació en Italia en 1803 y designaba originalmente un “conservadurismo benevolente e ilustrado” El socialismo que defendemos forma parte de la gran tradición política de Europa, pero no debe ser confundido en ningún caso con el marxismo, que rechazamos. Este socialismo que defendemos es realista, es decir, defiende las legítimas aspiraciones de cada cual; la necesaria competencia, que es un factor de creación y el sentimiento de propiedad, que permite construirse sólidas bases. No se trata de enfrentar al empleado con el empleador, o a la inversa; sino que uno y otro trabajen en consenso en la búsqueda común del éxito y del bienestar. La Europa económica defendida por el PSUNE reposa sobre tres pilares esenciales, que son: la Protección, para los ciudadanos; la Prosperidad, para las empresas y por último, la Potencia, resultante de los dos primeros pilares, que permitirá a Europa conservar o retomar el liderazgo mundial. De estos tres pilares resultará la Paz europea, la Pax europaea; paz tanto en el interior, como frente al exterior.

Somos igualmente favorables, en un plano social, a la creación de un servicio público europeo, que tendría un verdadero interés por la eficacia en ámbitos estatales (policía europea, ejército europeo, justicia europea,…) y en ciertos ámbitos considerados como vitales, especialmente, en el campo de la energía; el futuro Estado europeo deberá invertir, así mismo, en un parque de fisión nuclear europeo y sobre todo en la investigación de nuevas tecnologías estratégicas, como la fusión nuclear, panacea en este campo y garante de una prosperidad creciente; por no hablar de los efectos secundarios positivos en materia de defensa del medioambiente (la energía más limpia posible) Defendemos, igualmente, el principio de una armonización de las leyes sociales y de los salarios de los trabajadores europeos, con el fin de luchar contra el dumping social. Paralelamente, rechazamos la lógica de una asistencia excesiva. Es necesario devolver a los europeos la cultura del trabajo y del mérito, la búsqueda de la superación permanente. La protección social debe servir para suscitar el dinamismo y para asegurar así la prosperidad de las empresas, y en consecuencia la de toda la sociedad. “Protección y “Competencia” no deben ser antitéticas, sino complementarias.

En definitiva, pensamos que una política “neokeynesiana” de grandes obras permitirá suscitar un nuevo crecimiento en Europa, hay aun mucho que construir y/o mantener en Europa, en particular en los países de Europa media y oriental.

Pero no tendría ningún sentido fundar una nación europea si no descansase sobre una población homogénea, y éste es el caso del pueblo europeo tomado en su conjunto. Es ya es difícil de por sí, que gente que lo tiene todo en común, consiga vivir en buena armonía; el ascenso de xenofobias intraeuropeas, como es el caso de la Europa media y especialmente la oriental, lo prueban. Sería totalmente calamitoso hacer de la Europa política una “Babilonia”. Es un hecho que la debilidad demográfica de la población europea, entre estancada y hundida, asociada a los flujos migratorios masivos procedentes del “Tercer Mundo”, es decir, a la creciente llegada de poblaciones alógenas, que está amenazando de forma dramática nuestro modelo de civilización europeo y con hacer añicos esta homogeneidad europea que se remonta a milenios. Por ello, la única política razonable que debería llevar un gobierno europeo, digno de ese nombre, no puede ser más que un plan enérgico de relanzamiento de la demografía de la población europea y también un enérgico plan determinado de inversión significativa de los flujos migratorios, que permita preservar y/o restaurar la europeidad de Europa. Somos conscientes que este discurso va a contracorriente del discurso dominante en el tema, pero constatamos, también, que la negación por la mayoría de los políticos de esta situación, no hace más que atizar los odios nacionalistas y engordar el voto populista en las urnas. Y además no se crea una Europa-Potencia sobre la negativa a ver lo que la impide o la frena

En este marco, somos favorables a la creación de una nacionalidad europea fundada sobre el derecho democrático de sangre, lo que llamamos el principio de Pericles (se es ciudadano de padre y madre). La ordenación de criterios de convergencia, es decir de una cifra común de referencia. No sería equitativo, en efecto, que unos países europeos tengan que pagar el precio de una política laxista de otros y por ello es normal elegir la regla más dura en este asunto.

Precisemos ahora, lo que el PSUNE quiere aportar de nuevo a la política europea, además de su discurso y de la estrategia que propone para llegar a poner en práctica sus ideas. Pensamos que las elecciones en el marco nacional, de las que se nos quiere hacer creer que son la verdadera apuesta, no permitirían a un partido como el nuestro emerger, y, sobre todo, si por casualidad pudiésemos llegar al poder en algún Estado, no tendríamos los medios, en ningún caso, para hacer nuestra política. Aquél que sea el presidente que tengamos al final de las elecciones presidenciales de 2007, no podrá realmente actuar, puesto que los Estados-nación europeos ya no tienen el peso que pudieron tener a principios del siglo XX, esto no sería más en que razón de la globalización política y económica. Por el contrario, un “súper Estado-Nación” europeo podría tener una poder considerable, por no hablar de la independencia energética que el espacio oriental de Europa (Rusia) suministraría al conjunto.

El PSUNE cuenta, pues, con presentarse desde 2009 a las elecciones europeas; pero habida cuenta que parte de abajo, con recursos limitados, priorizamos, por el momento, presentarnos únicamente en la región electoral Este (Alsacia, Lorena, Champaña, Borgoña y Franco-Condado) Al fin, aspiramos a estar presentes en el conjunto de los países europeos, miembros de la Unión Europea o no. El esquema general es que esperamos a medio plazo poder capitalizar un número de votos muy importante en todos los países de Europa, sabiendo que la fusión bien hecha de un discurso social y de un discurso europeo debe poder seducir a muchos europeos y europeas provenientes de todas las tendencias políticas, de manera, que podríamos ser mayoría en el parlamento europeo con o sin aliados. A partir del momento en el que se llegue a esta situación, el parlamento europeo se autoproclamará asamblea constituyente (cf. “juramento del juego de pelota”) (1) y redactará una verdadera constitución europea fundando las instituciones de la Europa-Nación del mañana, que será seguidamente sometida a un referéndum europeo en los países miembros de la UE. Podremos pedir a los otros países europeos (fuera de la UE) que envíen, si desean formar parte de esta nueva asamblea, a representantes elegidos, de los cuales el número será fijado por la prorrata de la población; no dudamos que la Europa-Nación les seducirá más que la Unión Europea actual, a la que algunos fruncen el ceño a la hora de integrarse (Noruega, Suiza, Islandia,…) Si el “sí” gana, la constitución será validada y un gobierno europeo democráticamente elegido entrará en funciones; entonces, una nueva aurora política para Europa verá el día.

El proyecto es pues ambicioso, algunos cenizos lo considerarán como utópico, pero la historia de Europa ha probado que personas determinadas, animadas por una preocupación constante por el bien común de su pueblo, podían influirle en sentido positivo. La Europa-Nación no resultará de la dominación de un Estado sobre los otros, sino de la isonomía, de la igualdad absoluta en derecho entre los pueblos de Europa, hasta que al unísono no formen más que uno solo. El proyecto también descansa sobre la convicción de que los europeos son mayoritariamente favorables a la idea de una Europa política, incluso los que se refugian en un voto nacionalista, incluso más, si les demostramos que un Estado europeo unido tendría más medios para actuar que cada Estado europeo tomado por separado. Nosotros proponemos la unión última, no solamente una unión entre Estados, sino la creación de un Estado europeo unificado. Si el PSUNE entiende presentarse a las elecciones europeas, es como servicio al pueblo de Europa tomado en su conjunto y para que el bien público y el interés general de los europeos sean puestos en primera fila de las preocupaciones políticas.


Thomas Ferrier
Secretario General del PSUNE